¿Por qué el arte abstracto?


Artistas participantes: Emilia Azcárate, Adolfo Bernal, Carlos Bunga, Feliza Bursztyn, Leyla Cárdenas, Beatriz Eugenia Díaz, Danilo Dueñas, Fernanda Fragateiro, Rosario López, Delcy Morelos, Bernardo Ortiz, Alex Rodríguez, Luis Roldán, Carlos Rojas, Rosemberg Sandoval, José Antonio Suárez Londoño, Icaro Zorbar.

En su libro “Pictures of Nothing: Abstract Art since Pollock” el historiador Kirk Varnedoe afirma que la abstracción es un extraordinario campo de invención e interpretación que con el pasar de los años se ha complejizado hasta abarcar una asombrosa escala de reducciones y destrucciones positivas, capaces de expandir las posibilidades de la representación, y de extender nuestro potencial de expresión y comunicación.[2] Lejos de ser un estilo formalmente nihilista que anhela alejarse de la realidad existente para buscar la pureza artística y la exploración de ideas utópicas y trascendentales como aquellas propuestas por los europeos pioneros de la abstracción como Kazimir Malevich, Piet Mondrian y Vassily Kandinsky, el arte abstracto hoy se manifiesta como un lenguaje artístico multidireccional de gran vigencia y versatilidad apto para abordar problematicas de índole social, político y cultural.

La abstracción contemporánea proviene de una larga tradición artística que con el pasar de los años, se ha transformado y renovado; señalar algunas de sus particularidades en diversas épocas y lugares, favorece la comprensión de su estado actual. El arte abstracto europeo de principios de siglo XX surge como respuesta a los efectos de la modernización; Kazimir Malevich, por ejemplo, resistiendo sus consecuencias nocivas y deseando aliviar el descontento social generado por la I Guerra Mundial, propulsa el suprematismo, un movimiento fundamentado en ideas utópicas cuyo formalismo escueto sin relación alguna al mundo real, contenía verdades universales. Luego de la II Guerra Mundial, en Estados Unidos y especialmente en Nueva York, nace el expresionismo abstracto en gran parte motivado por el surrealismo. Asimismo, en los años 50 se presenta un quiebre con la abstracción emotiva y visceral de artistas como Jackson Pollock y Mark Rothko cuando creadores como Jasper Johns y Robert Rauschenberg se dan a la tarea de señalar la realidad estadounidense a través del arte Pop. En la década del 60, el minimalismo de Donald Judd, Dan Flavin y Robert Morris, arriba con un abstraccionismo renovado, reductivo y despojado de cualquier tipo de gesto pictórico emotivo. Dicho esbozo de los quiebres y triunfos del abstraccionismo no sólo pone en evidencia su espiritu renovador, también sugiere sus contradicciones y posteriores hibridaciones.

La muestra “Why Abstract Art” (¿Por qué el arte abstracto?)— inspirada en los planteamientos de Kirk Varnedoe, un gran defensor del arte abstracto— propone examinar la abstracción contemporánea a través de una selección de trabajos históricos y actuales en diversos formatos y técnicas, con el fin de revelar la complejidad y riqueza de un lenguaje visual cuya amplitud y apertura no excluyen su condición crítica, pues como afirma Cecilia Fajardo Hill el arte abstracto “se propone como una forma oblicua de discutir y participar en la realidad en la que estamos representados […], puede ser visto como un diálogo crítico continuo con la historia de la abstracción y el arte y su ideología, y finalmente, como un intento de continuar ampliando el campo de la percepción visual y los límites de la subjetividad y lo posible.”[3]

Abarcando trabajos de diecisiete artistas plásticos provenientes de diversas geografías, algunos de los cuales no necesariamente se auto-denominan abstraccionistas, “Why Abstract Art?” (¿Por qué el arte abstracto?) no sólo pone en evidencia los multiples y variados matices de la abstracción, también diluye la noción simplista de que el arte abstracto, al destruir la representación, se presenta como una forma vacía en cuanto a contenido, y facilista en cuanto a factura.

Las propuestas que conforman la muestra, si bien exigen ser interpretadas y analizadas de manera pausada, confirman que la abstracción contemporanea es un campo de experimentación y significación que se nutre de la realidad circundante de cada creador. Delcy Morelos, por ejemplo, recurre a la abstracción como estrategia metafórica para examinar el cuerpo y su indisoluble conexión con el paisaje, mientras que Emilia Azcárate se vale del círculo y sus variaciones para meditar sobre la espiritualidad y la condición humana. En los trabajos de Icaro Zorbar, Rosario López, José Antonio Suárez Londoño y Rosemberg Sandoval insinuaciones del paisaje y la naturaleza suscitan reflexiones en torno a las emociones, los elementos que configuran el paisaje, y los múltiples simbolismos de la planta de coca. Leyla Cárdenas utiliza fragmentos de hormigón asfáltico y capas de pintura de casas destruidas que esconden infinidades de estratos para contrastar de manera poética, la historia de la tierra y de la humanidad. Mediante un lenguaje propio basado en signos numéricos, Beatriz Eugenia Díaz, construye partituras para la interpretación de sonidos abstractos. Los trabajos de Carlos Bunga y Bernardo Ortiz evocan el interés de los artistas por la pintura abstracta; Bunga por su parte manifiesta su fascinación por la arquitectura y la pintura a través de una pequeña maqueta de un espacio indefinido, mientras Ortiz sobrepone capas de manchas abstractas a las sutiles líneas de grafito que marcan el fondo del papel. Los libros de Fernanda Fragateiro se transforman en sofisticadas esculturas minimalistas, a la vez que una variedad de cintas adhesivas y cables de televisión se convierten en materia prima de una instalación de Danilo Dueñas que alude entre otras cosas, a la imposibilidad de la comunicación. Alex Rodríguez reorganiza una serie de tableros didácticos encontrados en un antiguo colegio, en una instalación de gran formato que desde la abstracción, cuestiona el colegio como estructura social. Carlos Rojas incorpora materiales precarios en sus construcciones bidimensionales para referirse al contexto social colombiano de la década del 90. La explosión escultórica de coloridos fragmentos de latas de automóvil de Feliza Bursztyn contrasta con las láminas metálicas de color de Luis Roldán las cuales descansan sobre una gran retícula, uno de los emblemas de la modernidad, a la vez que las esferas o vestigios urbanos de Adolfo Bernal encierran el pasado de la ciudad de Medellín.

[1]El título de la muestra hace alusión al primer capítulo del libro Pictures of Nothing: Abstract Artsince Pollock el cual se basa en el material expuesto por el famoso historiador Kirk Varnedoe durante su conferencia A.W Mellon en Bellas Artes realizada en la Galeria Nacional de Arte de Washington en el 2003.

[2] Kirk Varnedoe, Pictures of Nothing: Abstract Art since Pollock (Washington: Princeton University Press, 2006), 24.

[3] Cecilia Fajardo Hill, “Abstracción contemporánea en Latinoamérica”, Abstraction in Action, 2. Web. abril 10, 2015

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