Dibujar es canalizar
La propuesta emerge gracias a la confluencia de dos trayectorias. Una tiene que ver con el retorno a un eje sobre el cual vengo orbitando desde hace ya muchos años, una serie de personajes a los que llamo los Alquimistas. Y más que retorno es el reconocimiento de una continuidad e interconexión de su presencia durante los distintos momentos de mi recorrido.
La otra, tiene que ver con mi creciente interés en darle forma e intentar insinuar aquello que sucede en la dimensión de la quietud interior, en un plano que reconoce la información-energía que nos atraviesa y que podemos percibir llevándonos más allá de los sentidos primarios con los que trazamos las coordenadas de la realidad que vivimos. Imaginándome, por ejemplo, en conversaciones con Hilma af Klint o Emma Kunz, y a través de una herramienta para canalizar información, los Registros Akáshicos, revisito y nutro el encuentro de lo que llamo los planos verticales y horizontales de la experiencia.
Ellos, los Alquimistas, son los seres a quienes atribuyo la cualidad de ser puente entre los mundos que vemos y los que no. Fueron astrónomos, magos, chamanes, yerbateras, místicos, sibilas, visionarios, brujas, canales, sacerdotisas. Para los dibujos más recientes de esta propuesta, al rededor de aquellos seres, dispongo referencias no sólo a simbologías de distintas épocas y tradiciones, a escenas pequeñas que describen eventos de carácter ritual y ceremonial, señalando momentos y cualidades de la conexión con lo sagrado, sino también a esquemas y abstracciones que dan cuenta de un distinto tipo de sensibilidad y ordenamiento.
Son pues alusiones a contenidos que van más allá de los tiempos y geografías, son aspectos esenciales de lo humano en tanto surcan nuestros profundos y silentes océanos, son las distintas frecuencias que sostienen el mito-imagen de lo que somos y nos rodea, que va y viene, simultáneamente, entre lo micro y lo macro, el adentro y el afuera, lo explicable y lo inexplicable, lo consciente y lo inconsciente. Por eso, considero los dibujos no como un compendio arqueológico ni como un conjunto de gestos dispersos en la linealidad cronológica del tiempo, sino más bien como una recolección transversal de experiencias e información que habitan en el profundo campo de lo eternamente presente.
Ha sido a través de ellos y de la revisión constante de esas mismas inquietudes de siempre, que en mi camino he intentado apuntarle al vacío, a lo inasible, a la interdependencia entre todas las cosas, a los ciclos de tiempo en espiral, al campo de huellas e información que impregna la dimensión total de nuestro ser, pero sobretodo a ese gran misterio que en alguna medida he logrado atisbar con la mirada expandida y curiosa en el ejercicio de autoconocerme, mientras dibujo, mientras canalizo, mientras dejo que la vida misma me atraviese.
Cesar González