Situaciones Culturales


Casas Riegner se complace en anunciar la apertura de la exposición Július Koller: Situaciones Culturales, la primera muestra individual en Colombia del fallecido artista eslovaco Július Koller (1939 – 2007) realizada en colaboración con la galería parisina gb agency, la cual propone un recorrido por el universo de uno de los artistas conceptuales europeos de mayor relevancia. Presentando obras realizadas entre 1965 y 2006, la muestra busca revelar los distintos aspectos de una práctica de carácter existencial que se desarrolló y subsistió en un contexto totalitario gracias a una serie de estrategias comunicativas que si bien cuestionaron la misma idea del arte, plantearon reflexiones profundas acerca de la condición humana.

La obra conceptual de Július Koller, además de sustentarse en sus experiencias personales, fue propulsada por las circunstancias políticas, sociales y culturales de Europa del Este entre los años 1963-1989, por lo que resulta primordial abordar los sucesos de la Primavera de Praga y el período subsiguiente de “normalización” en Checoslovaquia.

Se conoce como Primavera de Praga a la nueva etapa política y económica vivida por el país socialista y satélite de la Unión Soviética a partir de enero de 1968, la cual terminó con su invasión por las tropas del Pacto de Varsovia en agosto de ese mismo año. Dicha fase se caracterizó por su “talante democrático y una política liberalizadora dentro del socialismo que intentaba relajar los estrechos lazos que la unían con Moscú.”[1] Los intentos del reformista Alexander Dubcek por crear un “socialismo con rostro humano” se vieron frenados por los líderes soviéticos, quienes disgustados, lograron convencer a los cinco países integrantes del Pacto de Varsovia de la situación subversiva que se desarrollaba en Checoslovaquia. Como consecuencia, se implantó el programa de “normalización”, el cual buscaba darle continuidad al período anterior a la reforma. Este régimen totalitarista supuso censura y persecuciones políticas hasta su fin en 1989 con la Revolución de Terciopelo, la cual dio fin de manera pacífica a una larga era socialista.

La producción artística durante la Checoslovaquia comunista se caracterizó por una marcada división entre el arte “oficial”, aquel asociado con el realismo socialista, y el arte “no oficial”, aquel que era libre pero considerado marginal y se producía en espacios privados o clandestinamente en el espacio público. Július Koller, sin embargo, operaba principalmente en los espacios privados, fuera del marco de la escena del arte institucional.

Koller nace en 1939 en la ciudad de Piestany y a sus nueve años se muda a Bratislava; allí completa sus estudios de pintura en la Academia de Bellas Artes bajo la tutoría del artista Jan Zelibsky quien de manera insistente advertía a Koller y a sus compañeros a adherirse a la doctrina oficial del realismo. Koller, sin embargo, muy influenciado y conmovido por el Dadaísmo y poco satisfecho con el modernismo imperante en el arte eslovaco de la década del 60, opta por desarrollar numerosas herramientas conceptuales con las que buscaba construir un mundo más humano y la vez subsistir en un contexto totalitario. Según el crítico de arte Jan Verwoert, el trabajo de Koller se traduce en gestos desafiantes impregnados de una poética extraña y a la vez ingeniosa que implicaba una inquebrantable insistencia en el potencial utópico del libre pensamiento y de la comunicación intersubjetiva en medio de un orden social autoritario.[2] Frecuentemente operando desde los márgenes de la sociedad y valiéndose de pocos recursos técnicos como objetos ordinarios, tarjetas postales, collages, la vida diaria y hasta su propio cuerpo, Koller realizaba “anti-happenings”, una serie de gestos simbólicos o acciones performativas de designación cultural efectuados en espacios privados y públicos en medio de situaciones cotidianas. Por medio de estos gestos o “situaciones culturales” el artista no solo buscaba alterar el día a día, también pretendía presentar nuevas maneras de vivir y de crear por medio de una “intervención subjetiva” de la realidad.

La herramienta del “anti-happening”, además de explorar las nociones de “objetividad” y “subjetividad”, permitió a Koller invadir y marcar el espacio público, su campo de acción predilecto. En 1965, el artista produce sus primeras tarjetas textuales, una serie de tarjetas realizadas a mano con sellos y tinta verde en las cuales formulaba algunas de las conceptos que fundamentaron su práctica. Dichas obras textuales, o “tarjetas de invitación a una idea”, fueron diseñadas para ser depositadas en lugares públicos.

A partir de la década del 70, el acrónimo “U.F.O” (Univerzalne Futurologicke Oznamenie) [Operaciones Universales Futurologicas] cobra existencia no solo en las tarjetas textuales, sino en los títulos de algunas de las acciones de Koller. Además de convertirse en uno de sus emblemas, las iniciales y sus variaciones describían las situaciones culturales creadas por el artista, algunas de las cuales apuntaban a su fascinación con el cosmos y a su interés en explorar la conexión entre el hombre y la vida extraterrestre. Con el pasar de los años las iniciales U.F.O asumen significados distintos para convertirse en un complejo sistema de referencias en el cual la letra U se refería a ‘universal’ o ‘universal-cultural’; la F a ‘futurológico’, ‘fantástico’, ‘funcional’, o ‘ficcional’ y la O, a ‘objeto’, ‘observación’,‘signo de interrogación’ (‘otaznik en eslovaco), o ‘revivir’ (ozivenie en eslovaco).

La situación cultural y socio-política de Checoslovaquia de finales de los 60 indudablemente sirve de detonante para la creación de una serie de retratos cuyos títulos incorporaban el acrónimo “U.F.O”. En esta extensa serie, el artista posa como “U.F.O-nauta” con el fin de explorar su identidad y su relación con el contexto social del momento, lo que lo conduce a apropiarse del signo de interrogación como otro de sus emblemas. El signo de interrogación, como símbolo de duda, escepticismo y cuestionamiento de lo desconocido, fue materializado de diversas maneras e insertado en lugares tan diversos como el espacio urbano y el campo. En una entrevista conducida por el curador Hans Ulrich Obrist, Koller comenta acerca del gesto de adoptar la duda y el cuestionamiento como sus lemas: “Las preguntas y la formulación de preguntas pretenden ir en contra de las ilusiones, mentiras e ignorancia; estas nos ayudan a ver y conocer ciertas verdades y sus implicaciones de manera realista.”[3] La práctica de un cuestionamiento constante, no solo nos remite al movimiento Dadaísta y su espíritu retador cuyo propósito era provocar el orden establecido, también alude a ese deseo de Koller por buscar posibilidades de comunicación con el mundo en medio de un contexto en el cual la libre comunicación no existía.

La comunicación y la democracia son aspectos centrales en la obra de Koller. En 1970, el artista realizó una exhibición en la que instaló una mesa de ping pong con el fin de manifestar la posibilidad de una comunicación democrática al propiciar interacciones, a través del juego, entre los asistentes y el artista. Desde entonces, la mesa de ping pong se convirtió en un elemento recurrente en la práctica de Koller, pues a través del deporte y sus reglas validas, el artista logra de manera simbólica, resistir un sistema político repleto de reglas ilegítimas.

A lo largo de su carrera, Július Koller logró subsistir en una sociedad restrictiva gracias a su imaginación, pensamiento utópico, optimismo frente al futuro y gran recursividad. Asimismo logró consolidar una práctica conceptual retadora y crítica cuya mitología articuló con escasos y precarios medios.

Desde la década de los 60 y a lo largo de toda su carrera Koller realizó múltiples exhibiciones individuales y colectivas alrededor del mundo, entre las cuales se destacan las llevadas a cabo en el Nottingham Contemporary Art Center, la Galería Tate Morden y la galería gb agency en Paris. Participó también en importantes Bienales como la 23 Bienal de Sao Paulo (1996), la Bienal de Venecia (2003) y la Bienal del Whitney Museum en Nueva York (2006). Tras su fallecimiento en Bratislava en el año 2007, se le han rendido numerosos homenajes, publicaciones y retrospectivas destacándose la muestra “Science-Fiction Retrospective Július Koller” realizada en la Galería Nacional Eslovaca en el 2009. En el presente año se realizará la restrospectiva “Július Koller, Retrospective” una muestra itinerante que dará inicio en el MUMOK (Museum Moderner Kunst) en Viena y luego viajará al Museo de Arte Moderno de Varsovia.

[1] Patricia Chia Serrano, Primavera de Praga, pg. 1

[2] Jan Verwoert. “Július Koller 1939-2007”, Frieze Magazine, enero 11, 2007, # 111. Nov/Dec.

[3] Julius Koller, “Conversation between Julius Koller and Hans Ulrich Obrist”. Július Koller Univerzalne Futurologicke Operacie (Austria: 2003 Waltr Konig,)pg. 147

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