Boca de estómago


 

La boca, demarcada por los labios, es aquella abertura ubicada en el rostro que abre y cierra, permitiendo que algo entre y salga de ella. En ella habitan la lengua y la saliva. De ella emerge el primer aliento, el primer llanto, el grito, “una primera mímica cuyo futuro es el pensamiento” 1, y luego una voz que posteriormente se convierte en lenguaje. Desde que nacemos, la boca nos permite relacionarnos y entrar en contacto con el otro y es por medio de ésta y de la voz que ella emana, que empezamos a definir nuestra existencia en el mundo.2

 

El estómago— el órgano del aparato digestivo con forma de bolsa en el que se lleva a cabo la transformación de los alimentos— no solo está conectado al órgano del intestino apodado por científicos como el “segundo cerebro” debido a las millones de neuronas que lo gobiernan, también se encuentra íntimamente ligado con el cerebro. Además de procesar alimentos, las entrañas procesan nuestras emociones; de ahí que con frecuencia se afirme que “llevamos un cerebro en las entrañas” que, nos conduce a tener reacciones viscerales, a sentir desde los más profundo. 

 

Boca de estómago es la intersección entre la boca abierta convertida en “la extensión inconmensurable del pensamiento”3 según Jean Luc Nancy, y ese sentir intenso e íntimo que se origina en el estómago, en la entraña y brota hacia un plano físico.  Es también el punto de encuentro entre las propuestas artísticas de Margaret Mariño, María Leguízamo y Carlos Alfonso que, aunque fueron concebidas y operan de manera autónoma, confluyen como voces viscerales que se entrecruzan conceptualmente y habitan un mismo espacio expositivo. 

 

El proyecto Humanar, de Margaret Mariño, recoge un cuerpo de obra íntimo y evocador cuyo punto de partida es un cortometraje realizado por la artista en el que un personaje monástico realiza una serie de ejercicios plásticos reiterativos. Mariño reinterpreta plásticamente las obsesiones de dicho personaje, creando una serie de obras armoniosas pero a la vez siniestras, en las que se evidencia la manualidad disciplinada y catártica. Lana de perro, semillas de fresa, espinas de rosa, membranas de mandarina y seda dental— materiales que apuntan a un ámbito doméstico— son empleados por la artista en la configuración de piezas que exploran las temáticas del salvajismo y la domesticidad. 

 

La voz, según Nancy es “ante todo aquello que nos eyecta al mundo.”4 Esa voz que nos arroja y expone, define nuestra existencia. En la propuesta de María Leguízamo, la voz aparece contenida y atragantada por el peso del poder, pero con insistencia se escabulle por su saliva y el intestino que exhala su propio murmullo. A partir de video performances, dibujos en carboncillo, y una instalación sonora en las que el pensamiento escultórico adquiere gran presencia, Leguizamo construye un recorrido oscurecido y sobrecogedor que nos invita a explorar y sentir el tracto y alma del lenguaje. 

 

Reuniendo una selección de bodegones híbridos cuidadosamente elaborados y una instalación hecha a partir de morteros, semillas en múltiples presentaciones, libros encontrados, frascos y pequeñas esculturas abstractas en cerámica, la propuesta de Carlos Alfonso nos remite a las nociones de evolución, transmutación y conexión. Sus pinturas ensambladas, realizadas sobre madera, son una suerte de exvotos seculares que exaltan el carácter sagrado del mundo natural a través de imágenes elementales acompañadas de leyendas o recetas que apuntan a la regeneración y autocuidado del cuerpo. Asimismo, la disposición de las pinturas que resalta la horizontalidad de esa “superficie preparada”5 que llamamos mesa en la que se sirven alimentos y tradicionalmente se despliega el bodegón, hace eco en la instalación Moler es masticar en círculos, una celebración del gesto básico y meditativo de moler, aquella acción que se remonta al origen de la humanidad.

 

Boca de estómago es el encuentro entre la boca como extensión del pensamiento, y las entrañas, como aquella intimidad que se oculta y es manifestada cuando existe la valentía para hacerlo. También es el espacio metafórico en el que Margaret Mariño, María Leguízamo y Carlos Alfonso se encuentran para revelar sus reflexiones y búsquedas más profundas, materializadas en obras de gran poesía y contundencia conceptual.  


 

Paula Bossa. 

Curadora 



 

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1. Nancy, J-L., Ego sum, op. cit. p. 132 

2. Sánchez Mayor, P. (2019) “La boca y el problema de ego”, en Escritura e Imagen 15, 209.

3. Ibídem

4. Sánchez Mayor, P. (2019) “La boca y el problema de ego”, en Escritura e Imagen 15, 209.
5. Georges Didi-Huberman, Atlas ¿Cómo llevar el mundo a cuestas? (Madrid: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2011) ,40.
 

 

 

 

 

 

 

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